A las mujeres no les gustan brutos

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El presidente del Concejo Distrital de Bogotá D.C., “de cuyo nombre no quiero acordarme”, con motivo del Día Internacional de la Mujer, para agasajar a las damas que de una u otra manera hacen parte del cabildo de la capital, organizó un evento para el cual contrató, como acto especial, la presentación de una obra de teatro que desde hace un tiempo está en cartelera: “Los caballeros las prefieren brutas”, de Isabela Santo Domingo. ¡Qué bruto! Por supuesto que tal desaguisado produjo las reacciones que eran de esperarse, como la decisión de algunas señoras de no asistir. Esas salidas de tono hacen parte de un repertorio de tonterías que el machismo ha coleccionado, para pretender descalificar a las mujeres intelectualmente, relegando su participación en la sociedad a la cocina, la cama y los teteros. Con el agravante de que muchas de ellas se han prestado para el juego, por la comodidad de vivir de gorra.
Claro que con la liberación femenina, que se dio a partir de los años 60, a muchas féminas se les fue la mano. Porque con el destape vivo el despelote. Literalmente, se alzaron la bata. Y de la sumisión secular de las mujeres, impuesta por los machos, apoyados éstos por la fuerza y con el respaldo de las religiones, se pasó a la rebelión absoluta contra las normas sociales, morales y familiares, inspirada en Sartre y Marcuse con sus teorías existencialistas; en Elvis Presley y el frenesí del rock; en la marihuana como símbolo de liberación; y en la minifalda de Mary Quant y las botas altas, para desafiar la mojigatería.
Coincidió lo anterior con la invasión de las mujeres a las universidades y después al desempeño de actividades lucrativas, para que pudieran manejar sus propias economías, sin depender de ningún hombre. Más bien muchas se dan el lujo de tener a su pareja como si fuera una mascota. De ahí que algunas ejecutivas se tongoneen por cócteles y rumbas con un tipo “divino”, como dice la envidia de sus congéneres, tan bello y musculoso como inútil, con la disculpa de que ellas no lo necesitan para que piense, sino para otra cosa. Y para eso exclusivamente, y para exhibirlo, pueden mantenerlo.
La época en la cual las mujeres tenían que casarse con cualquier badulaque, solo porque era de buena familia y para no quedarse solteronas, es historia antigua. Y el caso de los patriarcas que tenían cuatro o cinco, y hasta más, hijas mujeres, y se mantenían a la caza de maridos para ellas y así aliviar la obligación, ya no se ve. Las mujeres en capacidad de decidir, y sin necesidad de conseguir quién las mantenga, buscan hombres de figura agradable, sin necesidad de que sean modelos, como los de las telenovelas; divertidos, inteligentes, de buen gusto, con sentido del humor y que no hagan el oso por pretender ser graciosos o lucirse, exponiéndolas al bochorno. Es decir, que no sean brutos.

Fecha de publicación: 

Lunes, Marzo 12, 2012

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