Tiempo de Cuaresma, tiempo de gracia

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El año litúrgico tiene su sabiduría. Y nos coloca en ciertas dinámicas espirituales para que la gracia de Dios se manifieste de diversas maneras en nuestras vidas. Pues, bien, ahora con la Cuaresma, como preparación para vivir el Triduo Pascual nos da una fuerza especial para sentir la acción del Espíritu de Dios en nosotros. Y el Triduo Pascual hay que vivirlo completico: pasión, muerte y resurrección, ninguna de los tres se nos puede quedar por fuera, pues el proceso salvador de Jesús tuvo que pasar por estas tres etapas.
Buena parte de la acción del Espíritu depende que lo dejemos actuar en nosotros mismos. Dios contra la voluntad de los hombres y mujeres no actúa. Él puede actuar si lo dejamos, este es uno de los grandes misterios de la libertad humana.
La invitación de la Iglesia es sencilla y clara: orar, abstenerse y ser solidario. Es, pues, una relación que mira en todas las direcciones. De una parte, se deben restablecer los canales de comunicación con Dios. Y ello, cada persona debe buscar la forma personal como el Señor le habla en su vida, para algunos es sencillamente tomando un tiempo de silencio, otros se ayudan de lecturas, otros de experiencias concretas a través de las obras de misericordia. Pero sea como sea, es fundamental. Hay que entrar en comunicación con Dios, ganar en intimidad con él. Y la oración es sin lugar a dudas una de las maneras más bonitas. Pero allí no termina la tarea. Hay que mirarse a sí mismo. Hay que hacer un examen de cómo estamos viviendo, para enmendar y en este proceso ayuda mucho la templanza, es decir, moderación, sobriedad y continencia. Estamos tan afectados y hasta esclavos de la sociedad de consumo y del placer, que nada nos puede faltar. Pues, bien, la invitación en este tiempo para que experimentemos en nuestra vida esa moderación, esa sobriedad y continencia. Ello nos da dominio de sí, y evita que caigamos presos de espirales de deseos. Finalmente, la relación con los otros es fundamental. No puede faltar. Nuestra fe, nuestras creencias, nos tienen que lanzar a ayudar a los demás, a ser solidarios con los pobres, oprimidos, enfermos, excluidos... Sí, nuestra fe nos lleva a abrirnos a los demás y de manera concreta. No perdamos la oportunidad de hacer obras de caridad.
Así, pues, la invitación de la Cuaresma debe movilizarnos y dejarnos que este tiempo especial del año litúrgico de la Iglesia nos toque y transforme. Dejemos que Dios haga su obra en nuestros corazones, dejemos que Él entre en este tiempo, para que podamos celebrar con mucha esperanza y paz la Pascua. Una Pascua que se manifieste en nuestras vidas.

Fecha de publicación: 

Domingo, Marzo 11, 2012