Autor:
Ante la frustración por la impunidad y corrupción de alguna clase política, (los nietos de Rojas Pinilla, Uribito, los Nule y muchos otros, incluida la parroquia), se está generando un idealismo falso, el cual supone que todos los políticos son corruptos, y que todos los demás ciudadanos son transparentes.
Importante decir que en todos los grupos políticos hay corrompidos de todos los colores, pero... también hay personas nítidas y transparentes, las cuales son las que se deben llevar por merecimientos propios, a ocupar los cargos de mayor responsabilidad y representación en el Ejecutivo.
Muchos políticos encarnan el abuso y de eso se lucran; otros pueden representar la esperanza de hacer un buen gobierno, así representen algún grupo político cuestionado. Algunos dicen que como en Colombia la democracia electoral ha dado tan regulares resultados, la solución estriba en que gobiernen los "ciudadanos" de bien y no los políticos.
Otros tienen otra fórmula, que aunque no de mejores resultados, puede ser viable. Y es que cada quien atienda su negocio y lo haga bien; los políticos ejerciendo el poder y los ciudadanos exigiendo cuentas claras y sancionando a través del voto y de la crítica abierta a los envilecidos. Si nos dedicamos a intercambiar sombreros como lo hicieron en el Consejo Superior de la Judicatura, donde dos "magistrados" ilustres, colocaron cada uno un familiar del otro, seguiremos por la puerta falsa, pues se hace nepotismo de manera descarada, desperdiciando de paso otros excelentes recursos ciudadanos. Lo puedo afirmar sin equivocarme: Colombia siempre ha tenido una escasa tradición de participación ciudadana; en nuestro país siempre ha triunfado el clientelismo rampante, con corrupción a bordo; como el famoso Agro Ingreso Seguro, en el cual, dineros del Estado que eran para agricultores pobres, fueron a parar a las familias de la costa norte de Colombia, de estrato ocho. Afortunadamente para la justicia colombiana, el Viceministro de Agricultura de la época, ya fue condenado a 10 años de cárcel, aunque en su apartamento de Bogotá. Necesitamos aire fresco y una nueva generación de valientes colombianos que asuman la causa de combatir la impunidad, generando un cambio y una nueva energía social; esa nueva generación debe salir de nuestra sociedad, más no de esa clase clientelista y corrupta, que aún manda en nuestro país.
Debemos de suponer que los ciudadanos de bien que aspiran al poder público tendrán un mejor desempeño que los políticos de turno, esto puede ser una ingenuidad, pues lo que explica la corrupción y el mal gobierno, son las estructuras y las reglas de juego que traemos desde hace varios años, más no la voluntad de quienes gobiernan. Es una verdad que los gobernantes nítidos, talentosos e íntegros, pueden hacer una diferencia, pero el reto o dificultad, son algunos grupos políticos que colocan "palos en la rueda", desde el Concejo, Asamblea o Congreso, por órdenes superiores.
Debemos ciudadanizar la política, pero... es una utopía, que confunde y genera falsas expectativas. Ser político no debe entrañar un pecado mortal, aunque sí debemos mejorar. Entre los ciudadanos, no todos son impolutos y muchos tienen también pecado original. Los pecados de la política surgen por las malas reglas de juego y por la falta de una sociedad activa que vigile y exija cuentas claras. Dejemos atrás la sequía de valores, la pobreza mental y el desorden administrativo.
Pasando a otro tema, hay situaciones que van más allá de la política, de los partidos y de los gobiernos; es el talento y la calidad de los seres humanos. Como caldense, me alegra el nombramiento como Director Nacional del Sena del doctor Luis Alfonso Hoyos, un hombre joven, inteligente y nítido. Aunque militó en un partido totalmente opuesto al de él, reconozco su calidad humana y sus deseos de servirle al país. Sé que conoce el espíritu nacional, siendo una muestra de dedicación y respeto, en un ámbito social y político tan complicado como el colombiano, el cual no siempre favorece las vocaciones intelectuales y humanísticas.
Es mi deseo que Luis Alfonso triunfe en su nuevo cargo, pues se trata de una persona que todavía le puede aportar mucho como funcionario a nuestro país. Colombia necesita voluntades como las de él.
Es bueno saber que la probidad y la inteligencia, no están de ningún modo disociadas del ejercicio de la vida pública y, que la cultura es un componente importante para hacer buena política. Su paso por la embajada ante la OEA, será recordado por la seriedad y el compromiso, de defender los valores democráticos de Colombia.
-----------------------
Necesitamos aire fresco y una nueva generación de valientes colombianos que asuman la causa de combatir la impunidad, generando un cambio y una nueva energía social.